Mario Salvador añade en su libro que: “La potencia del terapeuta está definida no sólo por sus conocimientos del mundo de la experiencia y de la psique, sino esencialmente por su capacidad de estar presente, de saber estar y sostener las emociones difíciles del paciente, y ayudarle a él a sostenerlas, acogerlas e invitar a la escucha de la información y la historia que cuentan. La Presencia Terapéutica (Geller & Greenberg, 2012), se define como el mantener nuestro ser completo en el encuentro con el paciente, estando completamente en el momento a todos los niveles: físico, emocional, cognitivo y espiritual. La presencia implica:
- Estar completamente en contacto con uno mismo en el momento
- A la vez permanecer abierto, receptivo e inmersos en lo que está emergiendo en el momento
- Mantener un estado de consciencia expandida, arraigada y espaciosa; abiertos a la percepción
- Poner la intención de estar con y para el paciente, al servicio de su proceso de sanación
Cuando nos vaciamos de nuestros propios asuntos, de conceptos, de juicios, y necesidades, creamos un espacio interno limpio que puede ser llenado e impactado por la experiencia del otro, y sostener y apoyar su curación. El terapeuta ha de ayudar al otro a sostener su experiencia, y la mejor forma de hacerlo es mantener su propio estado de presencia.